5 propuestas para conectar con la energía y el simbolismo del invierno

¿Eres de las que ama el verano y pasa de puntillas por la estación del invierno?

¿Te da bajón la poca luz y el frío?

Entonces este artículo es para ti.

Cada una de las estaciones tiene vinculada un arquetipo que nos ayuda a entender mejor la energía de esa etapa del año.

El invierno simboliza la anciana sabia, simboliza la mujer que se prepara para morir y renacer en la primavera, al igual que la Naturaleza cuando llegue el momento.

El invierno es la estación del frío, de la oscuridad que se hace palpable y nos rodea. Y aunque parezca que con la retirada de la luz todo se paralice, la luz y la oscuridad no pueden existir la una sin la otra.

La oscuridad del invierno es lo que envuelve la semilla de la primavera. Que florecerá devolviendo la luz a la naturaleza que ahora descansa. Y así como las estaciones bailan alrededor nuestro, también nosotras somos cíclicas y las atravesamos y vivimos desde dentro.

El invierno simboliza el don del silencio, de la escucha y el desapego.

Nos invita a parar, a recogernos, a habitar nuestro hogar, restándole importancia a lo de afuera para buscar a esa anciana sabia que habita en nuestro interior.

Nos invita a refugiarnos y a reflexionar sobre aquello que no nos sirve y a lo que ya no queremos darle nuestra energía. Y esta profunda reflexión y resguardo nos sirve para planear, para ahondar en nuestro interior buscando respuestas y pistas sobre hacia adónde queremos enfocarnos.

Es el mejor momento para tomar decisiones internas y así plantar las semillas que brotarán en primavera, dirigiendo nuestra vida hacia allá donde queremos que vaya.

Comparto contigo cinco propuestas para interactuar y saborear el invierno que te rodea, para honrar la estación más calmada y profunda del año.

1. Hoguera

Enciende una hoguera y déjate envolver. Siente su calor. Percibe como el calor te rodea y te derrite un poco por dentro, haciéndote sentir sostenida, abrazada.

Acompañada por esta hoguera las preocupaciones se evaporan y todo se vuelve más simple y sencillo. Huele el ambiente. Siente ese olor a madera quemándose, a hogar, a reuniones entre familiares y amigos.

Escucha su crepitar. ¿Qué te susurra al oído? ¿Qué te invita a dejar marchar, a entregarle para que se transforme?

2. Nieve

Busca un lugar con nieve y resérvate un momento para conectar con ella.

Anda y escucha paso a paso como se compacta, como estallan suavemente sus cristales. Sumerge tus manos en ella y siente como el frío entra por tu piel. Nota su textura.

Pon un poco de nieve en tu boca y percibe como se derrite lentamente.

Juega con ella, despierta tu niño interior haciendo un ángel tumbándote en el suelo, o formando bolas o muñecos de nieve.

3. Bosque

Si tienes un bosque cerca, llegó el momento de ir a visitarlo.

Pasea lentamente entre los árboles y escucha su silbido y como el viento mueve sus ramas, como crujen tus pasos al andar.

Deja que tus manos recorran el tronco de un árbol, y juega a percibir su textura con los ojos cerrados. Acaricia sus hojas, dejando que te hagan cosquillas y que tus sentidos se aviven.

Inspira lentamente, llénate los pulmones de aire fresco, puro y limpio. Nútrete y llénate de bosque.

Lleva tus ojos y tu mirada al techo de los árboles y descubre la cúpula de protección que se teje a tu alrededor.

Aviva tu creatividad y pídele al bosque que te regale tesoros para luego poder hacer manualidades: piñas, ramas caídas, hojas…

4. Comida

Recupera esas recetas de la abuela de guisados, canelones, croquetas, pasteles, caldos. Júntate con familiares, o con esas amistades que son hogar. Haceros con ingredientes sabrosos y frescos.

Manos a la masa, divertiros jugando con los sabores, con las texturas, con los olores.

Conversad a fuego lento, como un buen guiso. Desgranando historias, anécdotas, experiencias. Nutriros entre vosotros, sin prisas, sin expectativas.

Prepararos una rica taza de vuestra bebida caliente preferida y palabra a palabra, sorbo a sorbo nota como tu corazón se calienta y se expande un poco más.

 

Y cuando el horno haga PIIIP, llegó la hora de degustar las recetas que con mimo habréis preparado.

5. Mar

Puede ser que asocies el mar al verano y que te sientas muy unida a él durante los meses de calor intenso. Pero el mar sigue ahí en invierno, imperturbable, inamovible, mostrándonos una cara totalmente distinta de la que estamos acostumbrados.

Visita una playa que tengas cerca y contempla el horizonte en el mar. Toca con tus manos la arena húmeda. Siente como tus pasos cambian de ritmo al pasear por la arena.

Siente como el frío viento te da en la cara, como tu cabello ondea a su compás. Escucha sus susurros, su canto, que te envuelve y comparte contigo sus secretos. Huele el mar, huele la sal que contiene, huele el frío.

 

Esta estación del año y la oportunidad que nos brinda se puede ilustrar con una gran frase del filósofo Albert Camus:

“En medio del invierno descubrí que había, dentro de mi, un verano invencible.”

Así que, honrémoslo, reflexionemos, disfrutemos y descubramos nuestro verano interior.

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1 Comment
  • Christian Oyanguren
    Posted at 04:11h, 02 junio Responder

    Me parecio muy interesante. La obra de Camus es muy impactante y el invierno es una buena epoca para reflexionar sobre el problema metafísico que encuadra en su planteamiento tan valientemente. El el suicidio como eje central. Los escritores deben de regresar a los arquetipos y mitos como enfoque sapiencial. El arquetipo del invierno es en parte, la dualidad de la vida, cuando haya frío y oscuridad, mantente fuerte y brillante por dentro. Pero bueno, todo comentario intrépido mio está de más. Felicitaciones por tu trabajo. Saludos.

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