Puede que seas de los que la Navidad sea tu momento favorito del año o que, al contrario, sea una de esas épocas que desearías pasarla bajo el enorme edredón de tu cama. A otros nos encantiza y nos horroriza a partes iguales. Aquí te dejo unos consejos para vivir la Navidad más feliz y en paz.
Te propongo una Navidad sin estrés. La Navidad por sí sola –bueno, por sí sola no, sino gracias a nuestra sociedad del consumo (pillar el tono irónico) – genera estrés. En un corto periodo de tiempo queremos tener cantidad de platos cocinados, regalos comprados, casa lista para invitados, estar perfectos para cenas con compañer@s de empresa, familiares más o menos cercanos y amig@s, lo que desgasta emocionalmente, y mucho.
Dedícate un minuto a pensar cómo te gustaría vivir esta Navidad, qué emoción deseas que predomine y con quién te gustaría compartirla.
La organización de pensamiento es clave para poder estructurar todo el resto.
Ejemplo: Me gustaría vivir la Navidad disfrutando de pequeños detalles y sintiéndome tranquila. Las personas con las que voy a centrar mi atención son mi pareja y mis hijos.
Recuérdate a ti mism@ este mantra (el tuyo propio, claro) cada vez que la maquinaria se ponga al 100%.
Nota: Si en el consejo 1 has pensado en alguna persona que ahora no está contigo, permítete tener un espacio de recuerdo si es un fallecido, mirar alguna foto e incluso llorar en momentos íntimos, es sano. Dedícale buenos pensamientos pasados juntos.
Organización práctica. Si lo que te lleva al nerviosismo es tenerlo todo a punto, haz una lista con lo que necesitas.
Ejemplo: Si recibes invitados necesitarás saber cuántos serán, el menú e ingredientes y otras cosas necesarias.
IMPORTANTE: No te compliques. Haz platos sabrosos, sanos y fáciles. No es necesario hacer virguerías, recuerda que lo importante no es la comida. Lee de nuevo tu mantra.
Repartir tareas es vital en Navidad y todos los días del año. Por eso somos seres sociales, para apoyarnos y ayudarnos. Hacer regalos u organizar en pareja, en conjunto, entre hermanos.
Ejemplo 1: mi pareja comprará las velas para la casa, se ocupará de hacer el entrante y se encargará de recoger los platos. En cuanto a regalos, haremos el amigo invisible para los adultos.
Ejemplo 2: Todos los hermanos hacemos un regalo conjunto para nuestros padres y, en casa de mi suegra, yo estaré por el peque y mi marido se encargará del mayor.
¿Os podéis creer que en la mayoría de casas solo se encarga uno de hacerlo TODO?
Nota: Si eres de los que prefieres que el regalo no sea igual a compra, ¡te felicito! Ese es el verdadero espíritu: entregar con amor. Eso sí, si lo haces tú con tus propias manitas necesitarás previsión y tiempo. Si tienes ambas cosas, eres un crack!
Preparación mental y emocional.
Tal vez tengas que ver aquel familiar que no te encanta o en la mesa se generen las tensiones de cada año. Repítete tu mantra personal elaborado en el punto 1 y piensa qué puedes hacer para vivirlo mejor este año.
Ejemplo: Cuando la tensión se palpe en el ambiente puedes ir a ver cómo juegan los niños o jugar con ellos, ir al baño, salir con los fumadores a tomar el fresco, recoger o ayudar al anfitrión, proponer un nuevo tema y, por supuesto, no es obligatorio quedarse, podéis iros cuando tengáis ya cubierta la dosis emocional.
NOTA: Son trucos para salir del paso, ¡no intentemos hacer terapia el día de Navidad, please! Si la tensión baja y el clima se presta, se puede generar una conversación profunda sobre temas importantes o, si lo que quieres es evitar a toda costa lo que te acabo de proponer, preséntate a la cena con un juego de mesa bajo el brazo.
Y si la cosa se pone insoportable… Recuérdate a ti mism@ que Navidad es una vez al año. Si realmente no quieres estar allí, pregúntate por qué lo estás haciendo. Ver los beneficios te ayudará a vivirlo mejor.
Buscar espacios de descanso.
La Navidad suele cansar, y mucho, aunque todo vaya genial. Imagínate si algún comentario en la cena de empresa te ha llegado a la patata y no justamente por algo bonito.
Así que dedícate espacio para descansar después de cada “gran evento”. Puede que necesites silencio, oscuridad o desconexión mental en plan serie de Netflix. Está bien, hazlo, es lo que te pide el cuerpo. Si necesitas descargar, ve a hacer deporte y además eliminarás las toxinas características de estas comilonas.
Ejemplo: Esta Navidad no nos marcharemos a las 22h, sino que a las 19h nos iremos para casa y me dedicaré un baño con aromas.
Haz algo que realmente te nutra el corazón y el alma.
Aprovecha para ver aquella amiga que vive en Nueva Zelanda o haz galletas con tus sobrinos, decora el árbol con una taza de té con canela. La Navidad nos muestra que ya hemos entrado en el solsticio de invierno, así que es tiempo de estar en casa y gozar de ella.
Ejemplo: Miro la chimenea sin prisa, me pongo esos calcetines de andar por casa y escucho mi música favorita. Ese también es tu regalo, tú eres importante. Cuídate también en Navidad.
Espero que este post haya sido útil para ti y lo consultes cada vez que te des cuenta que le estas dando demasiado duro al acelerador. Si te gustado apóyame compartiendo, comentando y si todavía no estás suscrit@ a la newsletter apúntate, Te espero allí!
No Comments