¿Sabes detectar cuando estás recibiendo o haciendo un ataque verbal?
A veces somos víctimas o (autoras) de ataques verbales sin darnos cuenta.
En el post de hoy te voy a dar pistas que te pueden ayudar a detectar un ataque verbal y también algunas herramientas para poder revertirlos.
¿Qué características tiene un ataque verbal?
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La intención
Aunque a veces la intención no sea la misma que el resultado, podemos percibir cuál era la intención del comentario.
Si no puedes descifrar la, pregúntate ¿Para qué? ¿Para qué te está diciendo ese comentario?
Con la respuesta a ésta pregunta, encontrarás la intención ya sea de un comentario que has recibido o que hecho.
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El tono de voz
Cuando hablamos de un ataque, la mayor parte de las veces el tono de voz va de la mano con las emociones. Éste nos puede servir de pista, para poder detectar un ataque.
Los tonos de voz más propios de este tipo de comentarios son; agresivo, alto, irónico o burlesco.
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Postura corporal
Desde mi perspectiva holística en la que somos un todo, es difícil diferenciar cuerpo y alma. La postura corporal transmite parte del mensaje.
Cuándo estés dudosa, fíjate en si la postura corporal es retadora o defensiva. Señalar con el dedo, tocar el hombro con cierto desprecio o hasta a veces la mirada, son otras formas de detectar un ataque.
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Hablar desde el tú
Ésta característica es menos perceptible, ya que muchas veces lo hacemos sin darnos cuenta de que puede llegar a ser un ataque.
Esto se debe a que no nos han enseñado desde niños, que hablar de lo que “tú” has hecho o cómo “tú” eres puede fácilmente ser una forma de atacar a alguien.
Por ejemplo; “Tú eres muy lenta al hacer esta tarea”
Al usar este tipo de retórica, ponemos el “tú” en el centro de la diana y al ser señalada aunque no sea literalmente, estas siendo atacada.
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El uso de los reproches
A veces usamos reproches del pasado para defender una postura en cambio de hablar sobre sentimientos.
¿Esto qué quiere decir?
“Aquel día hiciste tal cosa.”
En éste ejemplo puedes ver un resentimiento del pasado, que muchas veces se usa como arma defensiva al estar entrando en una discusión.
En casos como éste, se está empezando una lucha de poder en la que no saldrán ganadores sino simplemente heridos.
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Moralidad y los sentimientos de culpabilidad.
La moralidad entra en jugo cuando hablamos del bien y el mal, y obviamente es absolutamente subjetivo y personal. Cuando recibes comentarios que lo estás haciendo algo mal, probablemente dentro de ti nazca un sentimiento de culpabilidad.
Mi propuesta en estos casos es aprender a hablar y relacionarnos de otra forma, que a continuación te contaré.
¿Seguimos?
¿Cómo podemos revertir estos ataques y que podemos hacer?
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Recuerda que puedes terminar una conversación.
Aunque parezca muy evidente, hay muchas veces en las que sin darnos cuenta aguantamos este tipo de ataques y hasta incluso podemos entrar en una discusión o juego de poder.
Si te sientes herida, puedes darte espacio para poder gestionar y entender tus emociones. Quizá si tienes la conversación en ese momento, puede que tu respuesta no sea muy fructífera.
Dándote espacio, también te estás permitiendo responder desde otro lugar, que quizás haga que la conversación pendiente sea más fácil de resolver.
También puedes acelerar la conversación. Por ejemplo, “Lo hablamos esta tarde”.
Al estar dando un límite de tiempo también le das la opción a la otra persona de poder dar alguna que otra vuelta a su comentario o posición.
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Responder con una broma.
“¡Ostras, has llegado fuerte hoy!” “No me esperaba este ataque repentino de buena mañana!”
Aunque estos ejemplos tengan un pelín de ironía, la intención con la que se usan es de que la otra persona pueda darse cuenta de que quizás, su comentario ha sido un movimiento impulsivo y que no haya tenido una reflexión más allá.
Puede ser que así, la otra persona cambie las formas de comunicarte aquello que te había dicho, ya que no estás callando.
A veces cuando callamos, permitimos que un ataque de este tipo pueda volver a producirse.
En este caso, mi propuesta es no dejar un ataque en el aire y poder responder como te sientes desde otro lugar.
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Otra pauta para poder revertir un ataque verbal es hablar desde el “yo”
Cuando hablamos señalando el “tú”, puede generar que la otra persona se ponga a la defensiva.
En cambio, cuando nos ponemos a nosotras mismas en el centro de la diana las defensas bajan.
“Yo me siento triste porque no has recordado que mañana no puedo cenar con nuestros amigos, te comenté que iba a ver a ya mi abuela”.
En este ejemplo, estás hablando de lo que te ocurre a ti como consecuencia de la acción de otra persona. Al hablar de qué emociones te ha producido esta acción estás dando espacio para que la otra persona empatice con tus emociones.
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Pensar en una solución juntos.
De esta forma los dos podréis compartir vuestras dudas y inseguridades, y así fijaros una meta conjunta para mejorar la situación.
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Asegúrate de entender lo que la otra persona te quiere comunicar.
A veces creemos que estamos entendiendo el punto de vista que la otra persona nos quiere hacer entender. Pero no siempre es tan fácil.
A menudo, lo que yo entiendo no necesariamente lo que la otra persona quiere decir.
Hacer preguntas siempre ayuda, por un lado estás mostrando un interés de realmente querer entender qué le ocurre a esta persona, y por el otro lado también estás dejando espacio para que la emoción baje y recibir una respuesta más reflexionada.
6. Flexibilizar nuestro lenguaje es predisponer un espacio de diálogo en cambio de una discusión.
Usa palabras como “Me da la sensación” “me parece” “me siento” en vez de usar expresiones como “esto es así” “tú eres así”.
Espero que te haya servido el post de hoy y lo pongas en práctica muy pronto! Aquí puedes encontrar mas ideas para frenar una discusión.
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