Primero de todo creo primordial explicar qué es y qué no es la timidez. Es posible que ahora mismo acudan a tu mente palabras como nerviosismo, solitario, vergüenza, rojez, voz. Aunque popularmente se usa introversión y timidez como sinónimos no lo son. Introversión es un rasgo de personalidad de aquellos que prefieren entrar en interacción con grupos pequeños y disfrutan de su condición teniendo un rico mundo interior. Están especialmente atentos a sus sentimientos y a sus ritmos de vida.
En cambio, la timidez se define como alguien que se comporta a ojos del mundo como el primero, pero desearía hacerlo de otro modo. Dicho de otra manera, se siente inseguro, en ocasiones tiene sentimientos de inferioridad y otorga mucho peso a la opinión de otros para validar sus actos. Su deseo es ser capaz de comunicarse y desarrollarse de manera exitosa en el ámbito social.
Regularmente acuden a mi consulta personas cuyo deseo de cambio es dejar de ser tímido y siempre trabajamos cómo sería eso en positivo. ¿Tener más amistades? ¿Conseguir hablar en público? ¿Entablar fácilmente conversaciones? ¿Sobrellevar situaciones de grupo? ¿Afrontar situaciones de conflicto con éxito? ¿Superar “las vergüenzas”? Muchas de ellas vienen, además, impulsadas por un deseo de escalar profesionalmente, encontrar pareja o ampliar su círculo social.
Hay muchísimos grados de timidez así que los primeros pasos van a lo básico, básico y ,al final del artículo, la clave para superar la timidez.
- Mira siempre a los ojos de tu interlocutor. No es casualidad la expresión “los ojos son el espejo del alma”. A los seres humanos nos gusta ver esa ventana a lo que creemos que es el interior del otro. Mirar a los ojos nos hace sentir escuchados, respetados y conectados. Sé que puede darte vergüenza así que te recomiendo que desde hoy (si sientes qué no miras a los ojos demasiado) vayas incrementando el contacto ocular con aquellos que se dirigen a ti. Puedes “descansar” si sientes que es demasiada emoción para ti disimuladamente para volver a conectar con sus ojos. Cuanto más mires a los ojos, más probabilidades de que te tengan en cuenta, te pregunten, estés activo. Deseamos que seas visto pasar desapercibido ya has comprobado, que no siempre funciona.
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- Postura corporal
Mostrarse receptivo tiene que ver con un montón de pequeños gestos, pero la postura dice mucho de cómo estás y tu disposición. Piensa en las personas más abiertas de tu entorno y cómo es su postura. Puede que cierres brazos y piernas para protegerte. Inconscientemente, eso genera visualmente una barrera entre tu y el otro. No es tu enemigo, quieres mostrarte accesible.
- Sonríe. ¿Quién no prefiere acercarse a alguien sonriente?
El 90% de la información que nos llega viene del lenguaje no verbal, así que explótalo al máximo. Si no estás acostumbrado a sonreír, te puede parecer extraño, ojo con forzar la sonrisa. ¡A ver si, en lugar de cercanía, vamos a dar miedo!
4. Trata de hablar en situaciones cotidianas, en “petit comité” con comodines para entrenarte. En el ascensor, en la máquina de café de la oficina, en la cola del pan, a la hora de comer con los compañeros. Busca en tu día esas situaciones en las que, desde ya, puedes empezar a hablar del tiempo, del fin de semana o del último partido de fútbol.
- Tolera tus sensaciones corporales.
Lo sé, te repito constantemente la importancia de poner atención a lo que sientes y te acabo de decir lo contrario. En este caso tiene su sentido. Si eres tímido, puede que te se centres un pelín demasiado en “estoy rojo”, “me tiembla la pierna”, “la voz se me quiebra”. No es que no sea importante, que lo es, sino que eso es normal porque estás superando una situación estresante para ti. Justo en este punto muchos los que desisten por incomodidad a estas situaciones y sus sensaciones corporales. ¡No te quedes anclado, sigue avanzando! Es el miedo el que habla. Te aseguro que esto con la práctica pasa, pero debes aprender a tolerar esas sensaciones dentro de ti durante un periodo de tiempo, si no, no vas a poder avanzar.
- Descubre el origen para dejar a un lado los prejuicios.
Casi el 90% de las personas tímidas que generan alguna dificultad social en su niñez han vivido algún episodio que les ha hecho sentirse humillados, fuera de lugar o incorrectos. Y la vergüenza se les quedó en el cuerpo.
Es imprescindible poder entender para poder soltar y liberarse de ese peso; esa sensación de lo vivido se reproduce en tus células cada vez que hablas con alguien no demasiado conocido. Has aprendido que no eres bienvenido, “eres ridículo”, “lo haces mal”, mensajes que se repiten. Eso no es cierto, pasara lo que pasara, ya no lo es. Aunque las situaciones sean distintas, los prejuicios de lo que los demás pensarán de ti van a seguir viniendo a tu mente si no sanas el origen. No, lo dudes más, pide una cita de valoración y permítete ser como realmente eres. ¿Te ayudo?
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